Historias de Bucarest

lunes, 16 de abril de 2007

Crepúsculo


Te doy una muchacha?, dicen hombres barbudos y harapientos apostados en las callejas tras la Estación del Norte. Impresiona imaginar donde guardarán la sufrida mercancía. El sol declina en Bucarest y el puente de hierro oxidado que atraviesa las vías en la Estación de Besarabia ofrece uno de sus mejores atardeceres. Las vías juntándose a lo lejos, la silueta sobria de los viejos bloques comunistas y los focos del estadio de Giulesti recortados sobre el cielo rojizo. Llego hasta el Carrefour de Orhideea, con el aparcamiento a reventar. Rodeo el recinto y sigo el cauce del Dâmbovita, en dirección al centro. A mis espaldas la luz de las farolas se refleja en el agua, y con el luminoso del Carrefour, el neón rojo de un night club Bilda y el azul eléctrico del cielo regalan un espléndido e inimaginado espectáculo de luz.

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