Historias de Bucarest

lunes, 28 de mayo de 2007

Arquitectura

Sábado 26 de mayo. He comido en el bistró de Regina Elizabeta. Después, con más de treinta grados, he tomado el autobús en dirección a la Politécnica. Constantin y su equipo, que lleva nombre de genocida, jugaban en las pistas de la universidad un campeonato de baloncesto. Me he quedado medio dormido y me he pasado de la estación. Lo he sabido enseguida, pero no he querido bajar. Se estaba muy fresco en el autobús, sonaba buena música y el asfalto ardía afuera amenazador. He continuado unas cuantas paradas, hasta llegar a Armata Poporului, donde he cambiado de acera y he subido al autobús que me llevaría a casa. Era tarde y difícilmente podría llegar a los partidos de Comandante 1960. Hasta el centro me quedaba otra media hora agradable, tranquila. Más música, la brisa en la cara de la ventanilla abierta. Sonaban algunas canciones espléndidas, y dos de las tristísimas navidades. La banda sonora de El Guardaespaldas, como en aquel restaurante de Vistabella aquel domingo siete de enero. Era el último día en el pueblo antes de volver, y la fría y desoladora despedida de A. Y Self Control, de Laura Branigan. La escuchábamos en You Tube, en la garita de la gasolinera, Carlos y yo el mismo ventitrés de diciembre, nada más saber que se había acabado. La poníamos una y otra vez, y cantábamos y nos reíamos sin ningún motivo. No eran momentos alegres, pero aquellas risas servían para paliar ligeramente el insoportable vacío, el dolor animal. El autobús se acercaba al centro dejando atrás los bloques uniformes con sus descuidados y frondosos jardines. Yo miraba a las chicas de barrio - fetele de cartier -, prietas, descaradas, insinuantes, vivísimas, esperando el tranvía. En Magheru, camino de casa, me he comprado un helado de vainilla. A las cuatro ha llamado Constantin. Iba con su amigo Rumu a los campeonatos de atletismo, en el estadio Dinamo. Allí hemos pasado la tarde, viendo correr a las chicas y recordando todos los momentos de Bucarest. Rumu, que es entrenador de atletismo en Alabama y ha vuelto a Bucarest un mes para reclutar atletas para la universidad, se paseaba por las gradas hablando con antiguos compañeros. Hemos cenado en una terraza en Militari y después hemos salido hacia la fiesta de Arquitectura, en la misma facultad, donde heroicos estudiantes desafiaron el neocomunismo canlla de Iliescu en los noventa pese a la presión de securistas y bárbaros mineros de Valea Jiului, que arrasaban con todo sin miramientos en la erradicación de las indeseables complicaciones democráticas. La predisposición era excelente en el grupo, Constantin, Rumu, Cosmin y yo. La fiesta magnífica: varias salas con distintos ambientes, terraza con mici y sarmale, gente disfrazada, originalidad, implicación y buen gusto. La Rumania posible. Hemos bailado toda la noche en la sala Ibiza. De vez en cuando salíamos a la terraza a comer un poco y tomar el aire. Allí estaba la comunidad francesa, alegre, despejada. En Ibiza sangría, mujeres imponentes y un ambiente eléctrico. A las tres y media se ha acabado la bebida y nos han echado.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

era un dia raro. Insulso.pero sirvio para pasar un rato alegre.disfruta de lo que te queda y despues volveremos a pasar las tardes de julio en la garita con unas latas y buena musica.ya falta poco
nagy,siempre.

28 de mayo de 2007, 8:41  

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