Historias de Bucarest

miércoles, 20 de junio de 2007

Regreso, Los Caños, las modernas, el diplomático libanés y Piter

La vibración del teléfono sobre la mesa me ha despertado. Serían más de las diez y la llamada era de un fijo rumano. Era Joaquín Garrigós, director del Instituto Cervantes en Bucarest. Me ha anunciado que quedo fuera del concurso para la plaza de auxiliar administrativo en la institución. He recibido la esperada noticia con cierta tristeza y gran tranquilidad: se acaba la incertidumbre: volveré a España y pasaré el verano en Castellón. Ya sé qué será de mi vida. El detalle de Garrigós ha sido magnífico, una vez más. He leído el periódico en la biblioteca y he comido con Constantin en la pizzería de la Piatsa Romana. La pizza excelente de siempre, la áspera corrección, muy rumana, de la camarera. He dormido la siesta y hemos ido en familia al Jardín Botánico: Constantin, Maxim y yo. Pronto nos hemos aburrido de la abundante vegetación descuidada, y hemos caminado hasta las torres de la central térmica que sobresalen a espaldas del recinto. Una instalación vieja, decadente, casi inutilizable pero aún utilizada. Todo muy comunista. Mientras cortábamos un trozo de cinta amarilla con la inscripción en rumano "Peligro de explosión. No os acerquéis con fuego" cuatro perros sarnosos han saltado de la pequeña valla metálica que delimita la central. Asustados, nos hemos quedado quietos. Los perros ladraban desafiantes. Constantin ha cogido del suelo un tronco por si se acercaban, y Maxim les gritaba que se fueran en francés. Yo me he quedado paralizado, esperando que pasara el momento sin saber muy bien cómo reaccionar. Al final hemos podido volver al Jardín Botánico sin problemas. Una vez en el coche de camino a casa hemos puesto la radio. Sonaba esto. Hemos subido al máximo el volumen y hemos cantado como locos atravesando el barrio de Cotroceni y cruzando el Dâmbovita con las ventanillas bajadas. Cantábamos, nos mirábamos y reíamos, moviendo los brazos al ritmo de la música. Euforia, emoción. Maxim habla español y entendía la letra, pero no cómo podíamos entusiasmarnos con semejante bodrio. Eran los ocho cuando hemos salido a correr. Dos vueltas a la Casa del Pueblo, ante un atardecer espléndido, con el Parque Izvor de fondo. Hemos cenado un bocadillo de salami. En el mesenger estaba Corina, que se va a Chisinau el sábado. Nos veremos mañana por última vez. Me hubiera sabido mal no poder despedirme de ella. Ninguna mujer en Bucarest me gustó tanto. Viva, revoltosa, espontánea, naturalísima. Y de una curiosidad sin límites. Lástima que yo a ella no le gustara tanto, pero hay que saber aceptar las derrotas. Más si no hay la más mínima soberbia o desdén que reprochar. Mañana también es jueves, como aquella magnífica noche, antes de las luminosas pascuas. Recuerdo que en la tele estaba esta canción. Varias veces, en la UTV. Me dijo que le encantaba. A las once habíamos quedado con José en Barfly. Ha sido aburridísimo. El tonto del camarero se ha inmiscuido en la conversación y antes de la una nos hemos ido a casa cansados de su vulgaridad disfrazada. Hacía una noche preciosa, con una brisa agradabilísima, y me he quedado hablando con Constantin en un banco frente al Ateneo Rumano. Hablábamos de la complejidad de la naturaleza humana, de la necesidad de mantener el espíritu que nos ha llevado a vivir este inolvidable mes de junio, después del abismo al que nos asomamos los dos en enero y febrero. Una conversación excepcional. Pasadas las dos han aparecido Maxim y Marian. Venían de la fiesta de cumpleaños del director de AFP, agencia de noticias francesa. Algo bebidos, nos han hablado de los invitados y nos hemos reído con las historias del piso de Marian. Han pasado algunas rubias y Maxim las ha señalado al ya tradicional grito de "Mira, una puta moderna", siempre con fuerte acento francés. Hasta el Ateneo les ha traído un joven y apuesto diplomático libanés a quien me hubiera gustado conocer. Cuando Marian ha dicho no poder más nos hemos ido. Me había despedido de todos cuando desde la terraza de Magheru me ha llamado alguien. Era Piter, el dueño. Me ha invitado a una cerveza y me ha ofrecido el lugar para la próxima fiesta de erasmus. Me ha hablado de su vida. Creció en un orfanato de Alba Iulia, y siempre ha intentado ayudar a los huérfanos desamparados. Le preocupa la gran cantidad de jóvenes que son expulsados a la calle en Rumania por la miseria y el analfabetismo, y culpa a las autoridades de no ofrecerles ninguna salida para evitarlo. Es cantante de un grupo de música ligera, como él mismo dice, y tiene algnas letras dedicadas a los huérfanos. Ha actuado en varios conciertos benéficos, y nunca olvidará dónde creció. En el orfanato de Alba Iulia era compañero de El Vampiro, un vagabundo alcohólico que duerme cerca del portal de Constantin. Constantin le conoce, y cuando se ven se saludan efusivamente. El Vampiro es un hombre inteligente, pero Piter duda de que pueda recuperarse. Con nosotros está Elena, una mujer mayor y tímida que habla poco y modestamente. De la vida de Piter pasamos, de manera atrevida y poco fértil, a la política internacional. Me sorprende en ambos una extraña fascinación por Gorbachov. Él acabó con el muro, repiten una y otra vez. De Ceaucescu no tienen mala opinión: antes se vivía mejor. Me acabo la cerveza y me marcho. Ha sido un día discretamente feliz. Yo diría que inmejorable.

5 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

porque sacas en todos tus post lo que comes, de donde la aficion a comentar tus alimentos diarios....

pancelo

21 de junio de 2007, 13:01  
Anonymous Anónimo ha dicho...

La infulencia Pla, supongo.

Un abrazo.

22 de junio de 2007, 1:44  
Blogger Lenny Zelig ha dicho...

Happel, he buscado (sin ningún esfuerzo) hueco para sus buenas historias. Está obligado a seguir contándolas, desde donde sea. Figura en su contrato.
Un saludo. Espero que no sea una despedida.

22 de junio de 2007, 8:26  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Qué quiere decir, di blasino? Tengo un buen puñado de Historias de Bucarest que quizá podrían recopilarse. Pero dónde, claro, dónde fuera de este simple blog amtaeur. Si tiene alguna idea hágamelo saber. Mi mail es gascon.marcel@gmail.com. Gracias por el interés.

23 de junio de 2007, 1:49  
Anonymous Anónimo ha dicho...

usté ha que dedica.oiga.en rumania no hay ministerio de trabajo ni educacion!!!??????? usted parece en si una pelicula de almodovar(con perdon)
ya nos vemos(nagy)

24 de junio de 2007, 4:10  

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